| "William S. Burroughs (1914 – 1997) fue un novelista, poeta, y ensayista Estadounidense y una figura esencial de la “Generación Beat”. Es considerado uno de los artistas 'más incisivos desde el punto de vista político, de una enorme influencia cultural y de los más innovadores del siglo 20'. Escribió 18 novelas y “nuevas novelas”, seis colecciones de cuentos cortos y cuatro colecciones de ensayos, colaborando también en grabaciones junto a varios intérpretes y músicos. Hizo varias apariciones en películas, fue comentarista en el mundo del arte y fue él mismo el autor del famoso folio de grabados en madera titulado Seven Deadly Sins (Los Siete Pecados Capitales), integrado por su propia prosa-poesía y sus grabados originales en madera. De esta forma Burroughs participó de la gran tradición visual-literaria de los livres d’artistes a la cual contribuyeron muchos grandes artistas modernos tales como Picasso, Dalí, Miró y Chagall a lo largo de sus vidas.
En 1983 Burroughs fue elegido para integrar la American Academy and Institute of Arts and Letters y en 1984 fue galardonado con la Orden de las Artes y las Letras de Francia. Jack Kerouac denominó a Burroughs 'el más grande escritor satírico desde Jonathan Swift', reputación que le debe a su 'subversión de toda la vida' ante los sistemas morales, políticos y económicos de la sociedad estadounidense moderna, articulada con un cínico humor negro.
El ingenio agudo de Burroughs lo distingue de otras causes célèbres pertenecientes al movimiento Beat. Si consideramos a Dylan en la música, a Ginsberg en la poesía, a Hunter S. Thompson en el periodismo y a Kerouac en las desventuras, podremos percibir en cada uno de ellos una dosis importante de “Espíritu Romántico”. Estos grandes artistas, alienados de su sociedad racista y desgarrada por la Guerra de Vietnam, expresaron cada uno de ellos, de una u otra forma, algo que podemos denominar ferviente o sublime. Estos ritmos incorporaban el ardor del “Héroe Romántico”, exilado en el arte, las leyes naturales y la verdad, pero alienado de la sociedad por el 'corazón'. Entretanto, Burroughs parece haber sido un rebelde mental.
Y mientras que Dylan -así como cualquiera de ellos- era claramente capaz de conjurar el cinismo y la ironía, Burroughs se diferencia, como una especie de profeta del Viejo Testamento, cuyo clasicismo es similar al de Napoleón: breve, inequívoco, mordaz y salvaje. Mientras que el Nuevo Testamento nos presenta la figura de Jesús – el principal Héroe Romántico del amor; es en el Viejo Testamento en donde encontramos el poderoso consenso de 'la ira contra los pecadores'. A pesar de que Burroughs era un profundo humanista, su tono y su visión crítica a lo largo de toda su vida lo aproximan más a la figura de Jehová que a la de Cristo.
Visto de esta forma, no es sorprendente que Burroughs haya elegido ilustrar y escribir acerca de una de las temáticas del judeocristianismo que genera mayor desasosiego – los “Siete Pecados Capitales”. Siendo él mismo un atormentado adicto/genio/asesino accidental, Burroughs, al igual que Jehová, se centra en aquello que no se debe hacer. La culpa que resulta de haber cometido todos nosotros algunos, muchos o todos los Siete Pecados Capitales, nos alinea con el obstinado rechazo de Burroughs de apartarse de 'la confesión' de que tanto él como la sociedad –y por lo tanto nosotros- somos corruptos. A diferencia de Dylan, Burroughs no es conocido por sugerir un camino alternativo hacia la salvación. Incluso al enfrentarse a sus propios 'demonios homosexuales', Burroughs se eleva desde la negación hacia la auto realización sórdida y afianzada. La oscuridad de Burroughs es tan irreprochable como la del Torah, sin embargo él -al igual que este- raramente propone una solución ligera.
Efectivamente, los Siete Pecados Capitales de Burroughs están sutilmente representados en determinados paneles, pero son por sobre todo concisos e inevitables. Mientras que el Romántico cree en mejorar para algún día 'borrar el pecado', el Clasicista cree en la ley y en el orden como formas de disciplinar la perversidad humana que acompañará por siempre a la especie.
Visto de esta forma, Burroughs se transforma en Job: está dispuesto a aceptar el destino del hombre y entiende que él es partícipe de sus castigos, pero se pregunta por qué la sociedad que lo rodea es peor; al igual que Job le ruega al Señor que desate su cólera contra aquellos individuos (y por extensión, a las sociedades) que seguramente sean peores que él. Para Job, 'peor' = 'gentiles' malvados y judíos abandonadores, mientras que para Burroughs, 'peor' = La Casa Blanca, el Congreso, Estados Unidos corporativo, etc.
Este legendario paradigma, en el cual el verdadero poeta acepta sus propios defectos, aún en papel a la vez también obliga al poeta a estar irritado con el mundo que le rodea: un mundo incapaz de progresar mediante sus confesiones (generacionales) hacia la virtud y la mejora en el largo plazo. El poeta vive una única vida, por lo que esta puede culminar más valerosa que lo que en ella provocaron anteriores pecados. Sin embargo la sociedad debe sufrir nuevas generaciones, una y otra vez, de manera que la sabiduría de los padres no pueda ser heredada, sino solo re aprendida por herederos proclives al pecado. Por esta razón, el poeta muchas veces habla con la voz de alguien 'mejor que', pero se trata simplemente del tono de un individuo crítico que es consciente del Ideal luego de años de pecado y error, mientras que la sociedad habla con falsedad, como si estuviera actualmente cursando el camino hacia la perfección con miras a un final más elevado, lo que todos podemos atestiguar como apenas cierto. Incluso nos referimos a los “nativos”, tribus originales e inofensivos sobrevivientes, como ejemplos de individuos inocentes sin las máscaras de la civilización. Pero Burroughs nos recordaría que la guerra tribal no puede ser divina."
BGMOCA |